martes, 10 de agosto de 2010

Paciencia

Un cuento inédito de Juan Etchegoyen*


—¡Tano, traete un vino! Te repito, se rajó. Me di cuenta cuando llegué a casa y vi la puerta abierta y al entrar no había nada, ni los muebles, sólo un bolso con mi ropa en el medio de la pieza. No tuvo ni un poquito de lastima, sin decir agua va o agua viene, se rajó. La verdad que no la entiendo. ¡Mirá que le tuve paciencia, hermano!
—Te voy a decir que yo hace rato que no te veo, Negro, pero vos sos de hacer cagada'.
—Si se hubiera rajado cuando éramos más jóvenes, ahí te lo hubiera entendido. Pero ahora que somos dos viejos. Ahora que me porto bien.
—¡El zorro pierde el pelo pero no las maña'!
—¡No lo hizo cuando la cagué con Sara!
—¡Vos también! ¡Cogerte a la hermana! ¡Cuando me lo contó el Tuerto me quise morir, boludo! ¡Contame!
—Bien que se la bancó. ¡Como estaba esa mina! Tampoco era para perdérsela. ¡Tenía un culo y unas tetas de película! Y era rapidita, se andaba haciendo la linda y un día me la traje para casa y no va que ese día, ésta sale temprano del trabajo porque tiene fiebre. Llega a casa entra de sopetón y ahí no mas nos encuentra, a mí desnudo en la cama y la hermana en bolas saliendo del baño.
—¿Y?
—¡Que quilombo, hermano, que quilombo, dios! La agarró de los pelos y la sacó como estaba a la calle. Pero se la bancó, ¿qué queres que te diga?
—Sos Gardel , Negro.
—Se bancó cuando le vendí los cubiertos plata que eran de los abuelos.
—Te dejo un tiempo y hacés desastre. ¿Los burro'?
—No, papá, las cartas , estaba metido hasta las patas con la deuda que tenía.
—Y… las deudas de juego son sagrada'.
—Lloró un poco, pero también se la bancó. ¿Si no me jodió en ese momento, por qué ahora?
—¿Y adonde estas parando, Negro? Porque guita para alquilar no tenés, si no laburastes en tu puta vida, siempre te mantuvo la bruja.
—Me acuerdo cuando se gastó una guita que había encanutado para irme a pasar un fin de semana con Alicia, la mujer de Antonio, el tornero que vivía a mitad de cuadra.
—¡Che, hijo de puta!, ¡¿mi mujer se salvó?!
—Ah, no, eso no, hermano. ¿Somos amigos, o no?
—¡Te digo, no mas!
—¡Esa era putisima! Le había hecho el verso al marido de que la hermana que vivía en Mar del Plata estaba enferma y tenía que ir a verla. Ya me estaba afilando los dientes cuando veo que esta me gastó la guita en ropa. Decía que la necesitaba para ir a trabajar.

—Y….yo me acuerdo que vos la tenías sin una pilcha.
—¡Dejate de joder! Si en el laburo le daban un guardapolvo y podía ir y venir con eso. ¡La cagué a palo' ese día! y ella, sin chistar.
—¡Eh, se te fue la mano!
—Cuando se enfermó el padre, que vivía en Concordia, quería que yo le diera plata para ir a verlo, porque eso si, yo la tenia acostumbrada, ella cobraba y toda la platita a papá. Que si se la dejaba, era capaz de gastarla en cualquier cosa. Para ella, diez pesos todos los días.
—¿Nada más?
—A ver, decime, ¿precisaba más?, ¿para qué?
—¡Qué lo parió!
—Andá a saber dónde está ahora, se debe estar cagando de risa, vieja de mierda, pero que yo no la encuentre.
—¿Y adonde vas a ir, Negro? Viejo y solo.
—Si tuviera unos cuantos años menos, te juro que la busco y ahí si iba a saber lo que es bueno. ¿Sabes que me dejó? ¡Un pantalón, una camisa y dos calzoncillos, eso solo hay en el bolso! ¿No es una turra?
—¡Qué vieja jodida había resultado!
—Ella trabajaba todos los días de la semana y cuando llegaba el domingo empezaba, que vamos al cine o a caminar por el Rosedal. Lo peor era que sabía que a mí los domingos no me saques de los burros, solo si Banfield jugaba de local ahí si que no me lo perdía, si ganaba, después a festejar.
—¡Dejate de joder con ese club de mierda.
—No me toques el Taladro porque se pudre todo.
—¡Ta!
—Mira que pasaron años y esta mina no la entendía. Yo tenia una rutina, los viernes poker con los muchachos, algún que otro sábado me mandaba con Pedro a bailar. Te pregunto, ¿eso es tan jodido?
—¿No la llevabas?
—Ella decía llévame. ¡Estaba en pedo! ¡Ir a bailar con mi mujer! ¡Vamos! Yo a ella no le prohibía salir, pero dale con que la plata no alcanzaba.
—Y..., con diez pesos…
—¡Bueno yo no podía estar en todo!
—Tenés razón
—¡Pero ahora se volvió loca! Ahora que estoy hecho un maricón por la edad, viste, ya los huesos no me dan. Ahora que estoy tranquilito,¡Hace como diez años que no jodo mas! Ni nos hablamos, ya me olvidé la ultima ves que la surtí.
—Vos sos muy mano larga, Negro
—También ella se lo buscaba, mira que yo soy un tipo tranquilo. ¡Pero ésta me hacia salir de las casillas!, en cuanto me distraía me afanaba, me escondía la guita, me la escondía, llegaba al boliche y cuando iba a pagar la vuelta, no tenía plata. Después no quería que le pegara un par de sopapo'.
—¿Vistes?, uno se casa y es para quilombo.
—Sabes para que me case. Para llegar a viejo y que me cuidaran, para eso me case. ¿Es mucho pedir?
—Vos sabes que en la pieza del convento apenas si cabemos yo y la bruja con los tres pibes. Si no……
—Ni agradecida es, la saque de esa casa de borrachos. Mira, no se si no se la cogia el padre.
—¡Pa tanto era!
—El día que nos casamos, el tipo no hacia mas que llorar y acariciarle la cabeza, te llevas una joyita ya vas a ver, me decía.
—¡Anda a saber Si no te contó nada…..
—¡Me abrochó, la guacha! Después de tantos años es la primera vez que falto. Me puse en pedo y terminé en la seccional todo el fin de semana. ¿Y qué me hace? Se raja y se lleva todo. ¿No te digo?, ¡es una hija de puta!
—¡Y bueno, Negro! Paciencia. ¡Tano, mandate otra vuelta!



*Pequeña biografia nihilista.

El Chabón, o sea yo, era una nube de pedo flotando feliz en algún lugar del universo. Un día, algo o alguien (me gustaría saber qué o quién, pa´charlar un rato, nada más) me metió en un cuerpo sólido que, sin preguntarme si yo quería, el 3 de marzo de 1947 salio pa´fuera.
Ahí se pudrio todo. Lo primero que me jodió fue que inmediatamente sentí que me picaba el bagre, tuve fame, ragu, y apareció una teta toda para mí solo, juro que me la ofrecieron (en ese momento apareció la frase que me acompaña desde mi mas tierna infancia, “A ver, mamita, deme esa tetita”. Mientra me clavaba la teta todo estaba bien, pero en cuanto me la escamoteaban pensaba en dónde estaba y de dónde venia y me cagaba de miedo (esto sucedía más o menos cada dos o tres horas). Cuando pude cerrar el culo y abrir la mente comencé a pensar en para qué había venido a este mundo y cuál era mi misión, y en eso estoy, aunque en cualquier momento mando todo a la mierda y me vuelvo al lugar de donde vine.


Juan Etchegoyen
http://www.baladamecanica.blogspot.com

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